Paella con chile

jueves, marzo 16, 2006

De mariachis y alcaldesa



En los días de Fallas me contaron que en las calles contiguas al Ayuntamiento se estaba presentando un mariachi mexicano, así que ni tarda ni perezosa un día me dispuse a buscarlos para escuchar nuestra música.

Una noche me fui con mi hija Katya, a ver dónde los encontrábamos, pero en nuestro paso nos topamos con una calle que estaba llena de vendedores ambulantes, todos ellos bolivianos. Algunas mujeres con sus trajes típicos de faldas largas, chales de colores vivos y cabelleras largas, trenzadas o sueltas.

Se veían tan peculiares estos bolivianos, que me hicieron recordar a nuestros indígenas en tierras como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, que acostumbran a poner sus “tendiditos” con artesanía propia. Me sorprendió encontrarme esto, porque en las ciudades y los pueblos de España no está permitido el ambulantaje, pero a la mejor en Fallas las autoridades son más consideradas.

Katya y yo seguimos caminando en busca del mariachi. A nuestro paso, esta vez nos encontramos una carpa instalada frente al Ayuntamiento, a la cual nos acercamos para ver qué había ahí. De lejos vi que se encontraba la alcaldesa Rita Barberá, en pleno charla con un grupo de falleras.

A un guardia que estaba en la entrada le pregunté que si podía pasar a tomar unas fotos. Me aclaró que era una cena privada para las falleras y que ese no era el "momento indicado para tomarle fotos a la alcaldesa". En pocas palabras, me mandó a "freír espárragos".

Indiferente me retiré con mi hija, pero a los pocos pasos que dábamos volteé de nuevo a la carpa y vi que Barberá salía sola, sin guardia ni nadie a su lado. ”Pa’ luego es tarde!”, me dije. Me acerqué y le comenté que era "turista de México", que si me dejaba tomarle una foto con mi hija, a quien le había hablado de ella. Ante la mirada descuadrada del guardia, la mujer amablemente aceptó y me pregunto que si le había dicho cosas buenas o malas de ella. "¡Por supuesto que buenaaasssss!", le dije.

Tomamos la foto, le dimos las gracias y voltee con el guardia a quien le dije "ve como sí se pudo!" (Decir a veces que uno es "turista", facilita las cosas cuando se quiere conseguir algo). Seguimos caminando por ahí. ¡De pronto que escuchamos en el aire música de mariachi! Nos invadió la emoción a las dos y empezamos a acelerar el paso en busca de éste. Estaba ahí, justo en una esquina, donde seis jóvenes mexicanos cantaban los temas más conocidos de nuestra música vernácula.

"Serenata Huasteca", "Ella", "El Rey" y otras temas más cuyos nombres no recuerdo, fueron interpretados por este mariachi integrado por jóvenes de Jalisco y otros estados, residentes ahora en Benidorm, Madrid y otras ciudades. Poco fue el público que se les reunía para escucharlos. Unos llegaban, veían de qué se trataba y luego se retiraban. Aquellos que conocemos esta música, nos quedamos a escucharlos un rato, mientras que una pareja de japoneses les tomaba fotos con la curiosidad que les causa todo aquello que es nuevo y diferente a su cultura.

Así, entre tema y tema escuché música mexicana, hasta que llegó "México lindo y querido", para que la emoción y el sentimiento me embargaran y descubriera lo fuerte que llega al corazón este tema, cuando uno está lejos de su tierra.

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