Paella con chile

martes, agosto 22, 2006

¡Fiesta, fiesta... que siga la fiesta!


Cantar en este país eso de “fiesta, fiesta, que siga la fiesta...”, le queda como anillo al dedo, sobre todo en vacaciones en que muchas poblaciones aprovechan para llevar a cabo sus fiestas tradicionales.

Y es que cuando de fiestas se trata, nadie se limita en armar programas completos con diversas actividades en los que “echan la casa por la ventana”.

Los ayuntamientos o las iglesias, con la ayuda de grupos diversos, sobre todo religiosos, no escatiman en gastos para organizar las fiestas, las cuales ofrecen actividades deportivas, culturales, artesanales, mercados medievales, encierros de toros, procesiones, verbenas, “mascletás”, hasta magnas comidas o cenas para la población completa, así como conciertos gratuitos con artistas de moda, orquestas y misas; todo esto enmarcado con los fuegos artificiales.

Este ha sido un atractivo más del verano, que a donde quiera que voy, hay fiestas.

¿Y qué tanto festejan los ayuntamientos? Principalmente celebran al santo o la santa patrona de la población, pero también conmemoran el encuentro de moros y cristianos (hay que recordar que este país estuvo invadido más de 800 años por árabes); honran a ríos famosos, celebran a Cristo, sacan los toros a las calles para festejar a los jóvenes o solteros, en fin, cualquier pretexto es bueno para organizar festejos.

Así pues, entre santos, moros, cristos, solteros, o lo que sea, he aprovechado cuanta fiesta se me ha puesto enfrente, primero por conocerlas y segundo por disfrutarlas.

Al menos la semana del 14 al 20 de agosto me fui a dos de los tres conciertos gratuitos que ofreció el Ayuntamiento de Ribarroja (Chenoa; la mexicana Patricia Manterola y el español David Civera, quien a última hora suplió a Melendi, un cantante de flamenco, cuya música aún no conozco).

Ambos se llevaron a cabo en una explanada del Río Túria que pasa al lado de la población. El primero lo ofreció Chenoa, quien tuvo un buen lleno; el segundo estuvo a cargo de mi paisana Patricia Manterola, quien a pesar de que ya tenía tiempo que no se promovía en España, logró reunir a un buena cantidad de público, y el tercero corrió por cuenta de David Civera... ¡que no pude verlo!

Lo que me llama la atención de estos conciertos abiertos es el orden en que se llevan a cabo, ya sea que la gente esté parada o sentada. No es común que las personas se vayan filtrando entre la gente, a aventones y empujones, como solemos hacerlo en nuestros conciertos. Y de hacerlo, alguno expresa el “¿me permites?”. Curiosamente aquí sí lo hacen, cuando en otros momentos no acostumbran.

Y de borrachos, qué? Pues nada, porque aún cuando en algunos espectáculos se venden bebidas, los asistentes saben que en este país infringir las reglas les puede salir muy caro, así que a divertirse de la mejor manera posible.