Paella con chile

miércoles, septiembre 06, 2006

Paloma Goméz Borrero (entrevista)

'Vocación y devoción'

Es conocida por su trabajo como corresponsal de El Vaticano en medios como TV Azteca y TVE, por sus colaboraciones en programas de famosos, sus libros sobre Juan Pablo II, recetas y fantasmas, pero más que nada por la emotividad y el sentimiento que imprime a su trabajo como comunicadora.

Paloma Gómez Borrero es una periodista tan emotiva como versátil, cualidades que le han merecido una posición privilegiada entre los corresponsales de El Vaticano, luego de muchos años de ejercicio periodístico.

Autora de algunos textos como “Abuela, háblame del Papa”, “Adiós, Juan Pablo, amigo” y “Dos Papas, una familia”, éste último de reciente publicación, se da ahora a la tarea de colaborar de manera más activa en programas nuevos que estrenará TVE y la Cuatro, sin dejar a un lado su desempeño como corresponsal de la COPE (Cadena de Ondas Populares de España).

De reciente visita en Ribarroja del Túria (Valencia), donde fue invitada por el Ayuntamiento como pregonera de las Fiestas del Cristo 2006, la periodista comparte en una entrevista sus experiencias como comunicadora en la Santa Sede, en la que revive recuerdos con Juan Pablo II, expresa opiniones sobre Benedicto XVI y discurre sobre la pasión que siente por el periodismo.


Ya casi 30 años de labor periodística. ¿Supongo que ha sido muy gratificante, pero también desgastante, no?

Sí, sobre todo cansancio, mucho cansancio. Más en los viajes del Papa, en que al parecer todo mundo te lo envidia por la oportunidad de conocer muchos países, pero no es tal la situación. En el caso de México recuerdo el primer viaje del Santo Padre, todo mundo me decía “qué maravilla, qué suerte tienes”. Pero cuando en una semana tienes que hacerte Monterrey, Oaxaca, Guadalajara, Ciudad de México, Puebla; termina uno agotada. Aunado a esto, los discursos del Papa, que había que analizar, haciendo tres, cuatro o cinco crónicas al día. Pero bueno, todo ha valido la pena.

De no haber sido periodista, ¿qué le hubiera gustado ser?

No lo he pensado nunca, porque escribir era algo que desde niña me gustaba hacerlo, tanto que ganaba premios de concursos de redacción, y ya de grande no se me ocurrió otra cosa. Hice Políticas un año, pero no me gustó, así que me incliné por esta profesión.

¿Su relación con México surge a raíz de ser corresponsal de El Vaticano para TV Azteca?

Sí, sigo con TV Azteca, lo que pasa que no de manera tan dedicada porque no me da tiempo, pero todas las veces que ha habido necesidad de una crónica, de un reportaje, se los he hecho. Ahora estamos pendientes de una entrevista con Joaquín Navarro Valls (ex vocero de la Santa Sede). Fui a Cracovia, precisamente mandada por TV Azteca, donde hicimos cinco reportajes sobre Juan Pablo II, y hubo algo muy bonito que me ocurrió allá. TV Azteca me contó que estaban haciendo un monumento al Santo Padre en México, luego de su muerte, con llaves de casas que desearán donar las personas. De hecho la gente mandó miles y miles de llaves, como una manera de decirle al Santo Padre que le abrían su corazón. Yo le conté esto a don Estanislao (Dziwisz, secretario personal del entonces Papa) en el Arzobispado de esa ciudad, donde tanto tiempo había vivido Juan Pablo II. Cuando terminé de contárselo, se levantó y se fue a otro sitio de ese mismo lugar. Volvió con una llave diciendo que era la de la habitación del Papa, que la regalaba para el monumento que le estaban erigiendo los mexicanos, para que éste también llevase una llave personal del Santo Padre.

Después de haber acompañado a Papas en sus viajes, ¿cómo percibe la fe de los cristianos en el mundo?

No se puede decir que a nivel general haya una crisis. Sobre todo en Africa y en Asia la fe está reverdeciendo, está con mucha fuerza. Lo que sí es cierto es que cuando más sufre un país, cuando más perseguido está, es cuando hay que combatirla más porque es la fuerza que les da a ese pueblo. En aquellos lugares donde hay mucha riqueza, mucho bienestar, todos pueden hacer lo que quieren. Ahí cuenta más el tener, nunca el ser; ahí la gente ahoga su conciencia. Entonces no se puede decir a nivel general que hay crisis de fe, yo creo que depende del lugar.

SOBRE JUAN PABLO II

Tantos años trabajando al lado de Juan Pablo II, debe ser difícil desligarse de su figura. ¿De qué manera le marcó a usted en su vida personal y profesional?

A él le vi nacer como Papa y le seguí hasta el momento de su muerte. De una persona tan extraordinaria que ha marcado la historia, no se puede nunca decir que le dejas así como así. Siempre está contigo, en las experiencias que te ha hecho hacer, en la personalidad que has conocido, en la fuerza, en lo que te ha enriquecido en los lugares donde estuvo, donde había mucha hambre, pobreza, injusticia. Acabas siendo otra al final.

Con tanto tiempo de verlo y tratarlo, ¿puede considerarse a un personaje de tal envergadura como un amigo?

No, amigo nunca. Por amigo se entiende la persona a la que le puedes llamar cuando quieres, hablar con ella. Eso era imposible con él. Quizá amigo profundo, porque si un día necesitabas un apoyo moral, si lo buscabas en él, lo podías encontrar.

A un año y meses de su muerte, ¿se le extraña?

¿Extrañar el no tenerle? Como lo ha dicho el Arzobispo don Estanislao las veces que hemos comentado los corresponsales “ah, es que ya no está el Papa” (en que por cierto le enfada mucho), él dice “no, el Papa está todavía con nosotros”. Realmente yo siento que sigue con nosotros, apoyándonos y haciéndonos ver que no nos ha dejado.

Para ser corresponsal de una institución como El Vaticano, ¿es importante que el periodista crea en Dios?

No es importante pero ayuda mucho. No es requisito. Es más, yo al periodista italiano que más admiro, que más me ha ayudado a comprender al Papa, en entender muchas veces el mensaje que llevaba al principio, era el enviado del diario del Partido Comunista Italiano, Cieste Santini, una de las personas que más respeto ha tenido en sus escritos, en su forma de hablar del Papa. (Para hacer el trabajo) te ayuda creer en Dios, sí, pero no es imprescindible. Te acerca más a Dios, sobre todo cuando vez las injusticias de la sociedad y luego lees el Evangelio, te das cuenta qué persona era Cristo. El evangelio es una fuente de esperanza, de comprensión... “amaros unos a los otros”... “no robarás”, todas esas cosas que las tenemos ahí, pero que no las ponemos en práctica.

¿Ha sido criticada alguna vez por la emotividad que le pone a sus crónicas?

Eso no lo he notado jamás. Las personas que me han podido decir algo así como: “es que tú estás enamorada del Papa”, por lo que contaba, cómo lo contaba y por qué lo decía, lo han respetado mucho, hasta dónde yo me he enterado; incluso los que nunca han creído. He estado en fiestas o cenas en las que no se me ocurría hablar del Papa, porque ahí estaban todos quizá fumando porros menos hablando del Papa, y si por cualquier cosa alguien me comentaba “es que a mi de este Papa no me gusta esto”, tu se lo explicabas y si lo aceptaba bien y si no, no había problema. Eso sí, he notado siempre un “no comulgo con tus ideas, pero veo el respeto por la figura de quien estás informando”.

¿Qué le falta por aprender en esta profesión, luego de tantos años de ejercicio?

Descansar, aprender a descansar. También esto hay que saber hacerlo.

A nivel personal, ¿qué sacrificios le ha implicado su labor como corresponsal?

Muchos, para empezar me he perdido muchas horas al lado de mis hijos.

Del periodista, “maestro de periodistas”, Joaquín Navarro Valls, quien durante muchos años fue portavoz de El Vaticano, ¿qué puede decir?

A Joaquín le conocí de periodista. Hemos hecho los primeros viajes del anterior Papa, él como corresponsal de ABC y yo de Televisión Española. Entre nosotros hay una amistad muy grande, conocí mucho a su familia, a su madre. Hay una estima profunda. ¿Qué he aprendido de él? Es que lo que él hace yo no lo haría nunca, ser una diplomática tan refinada, tan exquisita, salir políticamente bien librado de momentos delicadísimos. No es un trabajo que yo haría y no me gustaría hacerlo, además.

Como periodista, ¿se quedo con ganas de saber algo de Juan Pablo II, alguna pregunta que nunca se atrevió a hacerle?

No, porque escribió tanto de su vida que se le llegó a conocer mucho o todo. He ido tantas veces a Polonia, he hablado con gente que le ha conocido mucho, que eso también me ayudó a saber más de él. Además, él nos contaba mucho de sí mismo, fue un Papa que se confió al mundo. Nos hacía partícipes de su vida de siempre. Probablemente le hubiera preguntado qué sintió en tantos momentos de la guerra de Iraq, con la que sufrió una gran desilusión, ¡hasta qué punto! Alguna vez quise saber si en Armero (Colombia) había llorado, porque estuvimos cuando el volcán (Nevado del Ruiz) arrasó con esa población, más sabiendo que donde estábamos parados quedó mucha gente enterrada luego de la tragedia. Ahí el Papa se arrodilló y oró ante una gran cruz. Al final le pregunté “Santo Padre, ¿ha llorado en Armero?”, porque de verdad se nos encogió el corazón ante lo que vimos. Me contestó con una frase que daba idea de por qué era tan fuerte y a la vez tan tierno; me dijo “el Papa llora por dentro, llora con el corazón”.

BENEDICTO XVI

La forma de trabajar de una Pontífice a otro debe ser diferente. ¿Cómo se da esto con Benedicto XVI?

Para empezar, los discursos de Benedicto son más cortos, directos y fáciles, si se quiere, porque son las de un profesor que te está explicando. En cambio los de Juan Pablo II eran muy filosóficos, muy doctrinales, eran más complicados. Los de Benedicto son profundísimos y magníficos, pero mucho más fáciles de comprender; a mi modo de ver más cortos también. Este es un Papa mayor, con lo cual nos cansamos menos con los viajes, porque no hace las mil cosas que hacía Juan Pablo II.

¿Se distinguirá también por ser un Papa viajero, como el anterior?
Ya lo está demostrando, creíamos que no lo iba a hacer y ha cogido carrerilla. En más de un año ya llevamos cinco viajes, y se prevé en noviembre visitar Turquía. Me ha dicho que quizá otra vez irá a Alemania a hablar ante el parlamento alemán, en el cincuenta aniversario de la Unión Europea. Quiere también ir a Israel, si se lo permiten, y desde luego si mañana le invitara el patriarca de Moscú a visitar ese país, o China, si se abriera al Papa.

¿Se espera que Benedicto XVI asista al VI Encuentro Mundial de las Familias que se realizará en México en el 2009?

Yo creo que no irá. Esos viajes tan largos para una persona que tiene casi 80 años, con un cambió de hora y de clima, son difíciles. México es muy duro de trabajar, aunque luego la gente se vuelca de una manera que hace fácil todo. Como Juan Pablo II, quien en sus primeros viajes no se quería ir de México cuando lo visitaba. De esos viajes a América yo noto el regreso a Europa físicamente más, con lo cual el Papa lo tendría que notar muchísimo más.

Ante la continúa proliferación de sectas en los países de América, ¿ese continente necesitará más la presencia del Papa?

La esperanza de la Iglesia es cuidar a sus fieles, y en ese continente hay mucha secta, por eso necesita atención, pero también creo que los sacerdotes, los obispos, deberían ponerse las pilas en muchos momentos y transmitir lo que les ha dejado el Papa.

¿En qué proyecto personal está trabajando usted?

Acabo de terminar el libro “Dos Papas, una familia”, que es de cara al viaje del Papa a Valencia; ahora en lo que tengo que trabajar, es en lo que decía antes: aprender a descansar.

¿Le ha llamado la atención escribir y publicar algo sobre periodismo?

Yo solamente he hecho libros que en el fondo son grandes reportajes. Cuento lo que veo, lo que me divierte, o hablo sobre Roma. No son libros de una escritora, menos de una novelista, porque nunca lo sería, sino de una periodista que está contando lo que ve.

¿A qué se debe que también haya publicado libros de cocina?

Me gusta la cocina. Son libros que también incluyen reportajes, recetas recopiladas que me han dado amistades, personas famosas o restaurantes, y cuento la historia que hay detrás de cada receta. Son libros de cocina curiosos, no el tradicional texto.

El periodismo exige objetividad, trabajando con una fuente como El Vaticano, ¿se puede ser objetivo?

Ser totalmente objetivo es muy difícil, creo que siempre dejas ver cómo piensas, cómo ves las cosas. No creo que se sea siempre objetivo, porque si no pones sentimiento, el lector, el que te escucha o te ve, puede ver que ofreces una crónica fría.

¿Un corresponsal de la Santa Sede puede ganar puntos en el cielo con su trabajo?

¡Yo eso espero! Porque si no estoy perdida. Me confío mucho en eso.

¿Qué opina de las relaciones entre El Vaticano y el Gobierno español?

Difíciles, delicadas, espinosas. No fáciles, más bien difíciles. Pero creo que en las dificultades es cuando más se aprende y cuando más se ve en qué está uno equivocado. Ahí puede que el gobierno vea que tiene que cambiar en muchas cosas.

Y sobre la fe católica de los españoles, ¿qué pasa con ésta, sólo se manifiesta en las fiestas patronales y no en los templos?

España ya es muy distinta, es muy diferente. Ves los encuentros del Papa con los jóvenes, y la mayoría son italianos y españoles. Hay una juventud de “botellón”. ¿Cuántos son más, unos u otros? Sinceramente creo que hace mas ruido el botellón, pero son más numerosos los otros. Siempre he sido una optimista, pero estoy convencida de que a la larga el joven al que se le da todo, al que aparentemente no le falta nada, por y para divertirse, le falta lo más importante, un objetivo, una meta, un ideal. Y si no tienes eso, al final no eres nadie. Veo que la gente joven es muy exigente, pero de repente cuando ya tienen todo, buscan más, por eso luego hay tanto chico que se acerca a las organizaciones como Ong’s. A la mejor van sin creer todavía, pero lo hacen porque llega un momento de su vida que se quieren sentir útiles, es el momento de sacar lo que tienen dentro, de explotar su lado positivo.

¿Qué cualidades tiene este Papa que le permitan conquistar a los jóvenes, como en su momento sucedió con su antecesor?

(Benedicto) No es Juan Pablo II. Este de cura ya era un hombre con un carisma, hacía que la gente joven y mayor lo siguiera. Este (Benedicto) es un Papa muy profundo. Creo que esto es como los dos movimientos del corazón, uno recoge y el otro echa; así uno era un Papa que echaba y el otro será el que recogerá.

Habrá que darle tiempo para conocerlo.

Hay que leer las cosas que escribe desde cardenal hasta Papa, para conocerlo y comprenderlo. No se puede quedar uno en el gesto sólo. Es muy dulce y cada vez se acerca más a todos, pero como dice la expresión “por sus obras los conoceréis”, en su caso, por sus libros le conoceréis.

¿Se piensa retirar usted en algún momento del periodismo?

Me retirarán, aunque espero retirarme yo. Voy a ver si puedo. Mi familia dice que no me retire, porque no habrá quien me aguante en mi casa, pero lo inteligente es saber retirarse a tiempo. Es una profesión en la que la edad cuenta hasta cierto punto, como Indro Montanelli (uno de los grandes cronistas de Italia) quien ha sido un maestro de periodistas. El siguió dándole a una máquina de escribir porque nunca quiso comprarse una computadora. Escribió hasta dos días antes de su muerte y estaba ya con más de 90 años. Era lucido, era un hombre de un análisis perfecto, escribía como los ángeles. Escribir, pensar, ver lo que te está pasando y saberlo retransmitir; eso, mientras puedas, mientras la voz no se casque, puedes seguir haciendo. El periodismo no es cargador de muelles, que sabes que no puedes con una maleta y ahí te tienes que retirar.

¿Qué consejos les daría a aquellos que están empezando la profesión del periodismo?

Que no se crean los primeros y piensen que van a escribir la gran crónica. Que hagan su trabajo humildemente pero con objetividad en lo que vean. Sobre todo que no piensen que debe ser difícil hacer una buena nota; al contrario, cuando más fácil la hagas a quienes te van a leer o a escuchar, mejor será.

¿Cómo es su relación con Valentina Alasraki, corresponsal de
El Vaticano para Televisa México?

Somos muy amigas, empezamos juntas los viajes del Papa. Hemos seguido juntas. Es más introvertida. La quiero mucho. Ha venido a mi casa, he ido a la suya; somos de verdad muy amigas. Ha sufrido mucho y lo ha sabido ocultar. Es una mujer muy fuerte y admirable.

Con tantos años de residir en Roma, ¿extraña algo de España?

Vengo todas las semanas. Cuando me preguntan si tengo nostalgia de España, respondo que tengo nostalgia de mi casa, porque es donde menos estoy. Vengo mucho a mi país.