Paella con chile

lunes, mayo 15, 2006

'Con bombo y platillo'

Ahora que es mayo, conocido a nivel religioso como el Mes de María, en España al igual que en México, muchos niños acostumbran a hacer la Primera Comunión.

La diferencia es que acá cumplir con este sacramento implica hacer toda una inversión, tal y como si se tratara de una boda pero en pequeño. Además de que muchos padres de familia hacen que sus hijos cumplan con este sacramento, más por tradición que por convicción.

Y es que se ha comercializado tanto esta celebración, que hasta los medios de comunicación lo identifican más como un acto social que religioso.

Incluso hay niños a los que les hace más ilusión la fiesta, porque estrenarán vestido y recibirán regalos, que el significado religioso que tiene el recibir la hostia por primera vez. De esta manera, se antepone lo económico a lo espiritual.

Los mismos padres de familia contribuyen a que ese significado cambie. Primero porque muchos hacen que sus hijos comulguen por primera vez - y quizá única- más que nada por tradición; segundo, porque se enfrascan tanto en la organización de la fiesta, que se olvidan de inculcar y destacar el sentido religioso que tendrá ese primer encuentro con Dios.

Hay padres que en una celebración de este tipo pueden gastarse desde los 900 hasta los 3 mil euros en el acto total.

Y es que para empezar, los trajes de niñas y de niños son relativamente caros, porque están confeccionados en telas finas o llevan un estilo marinero o de almirante, que implica más detalles en el diseño. Los precios van desde los 100 hasta los 650 euros, sin tomar en cuenta el costo de complementos como zapatos, ropa interior, rosario, libro, vela, guantes, cruz y hasta el peinado de la niña en una peluquería, porque ese día tiene que lucir... ¡mejor que nunca!

Luego vienen otros gastos, quizá el más fuerte: la reserva del restaurante o salón, el banquete en el cual hay que pagar determinada cantidad de platillos según el número de invitados, así como el parque de diversiones que tiene el local, para que los niños se entretengan y no se “aburran”. Hay que tomar en cuenta la contratación de un fotógrafo, para la sesión de fotos, que acá le llaman “reportaje gráfico” y de “vídeo” (en México decimos “video”, acá la palabra se acentúa y se pronuncia diferente).

Los invitados, desde luego, acostumbran vestir de manera formal, como si fueran a un boda, en la que además algunos se ven comprometidos a cumplir con la lista de regalos, que muchas veces ponen los papás en tiendas de prestigio, tal y como lo hacen los novios cuando se van a casar.

Las comuniones se realizan en grupos durante los domingos de mayo, y a diferencia de las nuestras, aquí los comulgantes no llevan padrinos, por eso es que los papás tienen que enfrentar todos los gastos.

Cuando se llevan a cabo las misas, entonces sí que los templos se ven repletos de gente, en su mayoría familiares y fotógrafos que se amontonan por tomar las imágenes de recuerdo.

En algunos lugares, sobre todo pueblos, cuando la misa concluye se acostumbra que los niños hagan un recorrido a pie por las calles laterales al templo, acompañados de sus padres y de una banda de música para, al final, cada quien irse con sus respectivos invitados a festejar el acontecimiento.

De esta manera, con “bombo y platillo” los pequeños cumplen su sueño de tener la gran fiesta, sus papás cumplen con sus invitados porque se lucieron con el festejo y... a ver quién cumple con Dios, porque al siguiente domingo de la celebración... los niños no vuelven a misa.

Meses más tarde, los papás tienen una misión: poner en venta el traje de comunión y sus complementos, ya sea en publicaciones de artículos usados o en la misma red. Todo con tal de recuperar algo de lo invertido, sin que el niño guarde de recuerdo ese atuendo que tanta ilusión le dio el día que lo estrenó. Esto lo pueden corroborar aquí .